Bases
de datos, vigilancia digital a ciudadanos y sistemas de premio y castigo ya
están completos.
La tecnología de información ha progresado tan
extraordinaria y aceleradamente en el siglo XXI que surge la asustadora
posibilidad, reconocida por genios como Bill Gates, cofundador de Microsoft, y
Stephen Hawking, físico teórico británico, de que la humanidad pierda el
control sobre ciertos avances informáticos críticos y los desarrollos
electrónicos lleguen a convertirse en un peligro para la civilización.
Dice Bill Gates en el 2015: “Primero las máquinas
harán muchos trabajos para nosotros, y eso debe ser positivo si lo manejamos
bien. Sin embargo, en pocas décadas, su superinteligencia será tan poderosa
como para convertirse en una preocupación”. Por su parte, Stephen Hawking
escribe en el 2014: “El éxito en la creación de inteligencia artificial autónoma
sería el mayor acontecimiento de la historia humana. Desafortunadamente,
también podría ser el último, a menos que aprendamos a controlar los riesgos”.
Queremos pensar que tales temores son infundados, pero
hay escenarios que resaltan el poder que ya tienen los grandes sistemas
computarizados. Miremos dos ejemplos, uno en operación y otro en camino. El
primero es el modelo Google de anuncios publicitarios; el segundo, el ‘sistema
de crédito social’, un esquema de control planeado por el gobierno chino para
vigilar a sus ciudadanos.
Comencemos con las propagandas indeseadas que sufrimos
a toda hora quienes usamos computadores personales o teléfonos inteligentes
(sobra decir que muchos iPhones y Galaxies tienen esclavizados a sus dueños
desde hace ya rato). Los anuncios nos persiguen, nos acosan y, lo que es peor,
están tan dirigidos a nuestras preferencias, según nuestros intereses,
actividad laboral, sexo y edad, que terminamos dándoles clic.
Busque una alarma para su residencia por internet y
pronto tendrá ofertas de cajas fuertes, puertas infranqueables, sistemas
automáticos de vigilancia y seguros contra robo. Muchos avisos nos tapan lo que
estamos leyendo; otros más sutiles, dirigidos al subconsciente, titilan en una
esquina con colores vistosos. Sin darnos cuenta, días después compramos algo
que no necesitábamos.
El sistema de control chino, por otra parte, está
gateando con altibajos desde el 2010 y, por supuesto, espera ir mucho más allá
de los informes de crédito de la gente. La intención final parece ser la
vigilancia de la conducta detallada de cada persona para influir en el
comportamiento colectivo de toda la sociedad.
Respecto a este proyecto, escribe ´The Economist’ que
“China está comenzando el más ambicioso experimento de control social del
mundo”. Según funcionarios del gobierno, “para el 2020 el sistema permitirá a
los honestos andar por todas partes, mientras que los tramposos tendrán
dificultad para dar cualquier paso”. Las bases de datos, la vigilancia digital
a los ciudadanos y los sistemas de premio y castigo de este engendro ya están
completos.
El poder sobre la sofisticación de las sugerencias al
inconsciente de los consumidores, que están trabajando o divirtiéndose en sus
equipos electrónicos, reside todavía en los genios profesionales de Google;
ellos le enseñan al ‘software’ cómo hacer su trabajo y cómo mejorarlo. También,
sin duda alguna, el sistema que implante el gobierno chino será manejado por
personal competente, seguramente parcializado, del Partido Comunista (que poco
tiene ya de comunista). ¿Se quedarán ahí las cosas?
Veo improbable que el ‘software’ de publicidad, a
pesar de que lo seguirán sofisticando hasta niveles inauditos, llegue a crear
su propio ‘ego electrónico’, que, al igual que el ego neuronal humano, pueda
desarrollar avaricia, abrir cuentas bancarias y robar a sus clientes. También
considero poco factible que el ‘sistema de crédito social’ chino despliegue
ansias de poder, como cualquier ambicioso político, y decida darle un golpe de
Estado a Xi Jinping, presidente de la república y secretario del Partido
Comunista, para luego adueñarse del planeta.
Aunque una tecnología descontrolada podría ordenar
actos peligrosos e ilegales, no cabe aún en mi cabeza cómo diablos un sistema
de cómputo puede tornarse consciente, codicioso o soberbio; yo no veré tal
desastre. Pero que posibles evoluciones funestas de la tecnología
intranquilicen ni más ni menos que a Bill Gates y a Stephen Hawking sí hacen
que me preocupe en serio por la suerte de mis nietos, todos ellos menores de
quince años.
GUSTAVO ESTRADA – Tecnosfera EL TIEMPO
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/nos-controlara-la-tecnologia-gustavo-estrada-columnista-el-tiempo/16798053
Actividades:
1. Superinteligencia o
Inteligencia Artificial IA. Con sus propias palabras escriba el significado.
2. Con un ejemplo
explique de qué depende que la evolución tecnológica sea un aspecto positivo o
negativo para el desarrollo de la humanidad.
3. Seleccione
y comente una idea que le haya llamado la atención de la lectura.
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